En mis visitas a la comunidad germana de Bélgica, en la esquina de las 3 fronteras, me tocó observar y sentir que se trata de una frontera poética, una frontera abierta, que ofrece oportunidades que, desafortunadamente, no se observan en otras fronteras del mundo.
Mi interés por pintar esta serie de obras de mediano formato fue una manera de comprender a través de la observación de las expresiones culturales, ambientales, lingüísticas, idiosincráticas y humanas dentro y fuera del territorio. Desde mi visión, por supuesto, de extranjero, fue muy interesante participar de esta forma de coexistencia que he nombrado “Extranjería”.
Esta “Extranjería”, me permitió asimilar en mi trabajo el flujo casi normal de idiomas, comidas, costumbres, anuncios, publicidad, artículos y demás formas mezcladas sobre todo entre la cultura germana, holandesa, francesa y belga.